Luis Bonilla-Molina
Hace solo unos días algunos directivos del Foro Social Mundial (FSM) publicó un comunicado ampliamente difundido por los medios de comunicación del mundo. A los veinte años de surgido el FSM, este debate es más que necesario, razón por la cual agradecemos la invitación pública y colectiva.
El FSM se fue construyendo después de la caída del muro de Berlín y el colapso de la URSS, como un esfuerzo de reagrupamiento de diversas fuerzas políticas y sociales que tenían como lugar de enunciación las luchas. Se funda con un propósito diferenciado respecto a espacios como el Foro de Sao Paulo o las internacionales de izquierda.
La epistemología que impulsa el Foro Social Mundial estaba asentada en la necesidad de reencontrar y posibilitar el diálogo de actores y colectivos que luchabanen los territorios, en un contexto de ofensiva neoliberal.
En ese sentido rescata una cultura plural del encuentro que había sido esquiva en algunas experiencias internacionalistas previas. Esa pluralidad se expresaba en las firmas y voces de los convocantes, quienes tenían la tarea de facilitar el encuentro de los y las que luchan. En ese sentido cumplió un papel estelar y único, no obstante, pareciera que en dos décadas no pudo evitar que surgieran cuatro dinámicas que limitarían su vitalidad.
La primera, que en su gobernanza no logró hacer una integración efectiva de nuevas generaciones de intelectuales, liderazgo social y expresiones de agendas emergentes. No se trata de “hacer a un lado” a la dirección histórica del FSM, sino de colocar de relieve que no se logró ir modelando un estilo de conducción que diera cuenta de la imbricación de la tradición con lo insurgente.
Esto derivÓ en una segunda dinámica, la imposibilidad de construir una coordinación real de las luchas en el planeta, que era parte de la aspiración que surgió desde el movimiento social hacia el liderazgo del FSM desde sus inicios. Tal vez esto no se lo habían planteado quienes fundaron y asumieron la gobernanza del FSM, pero si era (y es) el murmullo creciente convertido en aspiración colectiva, entre quienes vemos al FSM como una posibilidad cierta de avanzar en la transformación radical de la sociedad.
Esta falencia se sustituyó por el eventismo que mostraba las luchas, pero no lograba construir plataformas de coordinación. Esto tal vez eso se deba a los rezagos de la noción de vanguardia, partidaria o de otro tipo, que ve al movimiento social como el frente de masas.
Qué potencia habría tenido el documento que hace unos días publicó el FSM, si junto a la firma de quienes lo suscriben, aparecieran las de los movimientos pedagógicos que recorren el orbe resistiendo al capitalismo cognitivo, los numerosos colectivos feministas que han insurgido en los diversos continentes, expresiones de las luchas indígenas en defensa de la madre tierra y la cultura ancestral, de organizaciones sociales en defensa del agua, contra el extractivismo, los colectivos LGTBQ, los movimientos por la anulación de la deuda externa, entre otros tantos.
Tercera dinámica, la crisis de las izquierdas lo cual tiene un impacto muy importante en el Foro Social Mundial. Las izquierdas pareciéramos estar atadas a las clásicas interpretaciones de las tensiones entre capital y trabajo, desvalorando muchas veces el impacto de la aceleración de la innovación tecnológica en el modo de producción y la construcción de alienación. Estas limitaciones para mantener nuestra tradición de manera abierta a lo nuevo, parecieran tener mucho que ver con lo que ha ocurrido en el FSM
Una cuarta dinámica, vino dada por una especie de pérdida de identidad, ante el avance de los gobiernos progresistas. El Foro Social Mundial mediáticamente se fue pareciendo al Foro de Sao Paulo, y alejándose de sus propósitos iniciales de mostrarse de manera nítida como un espacio de reconocimiento y encuentro desde los territorios en disputa, de las experiencias de luchas del movimiento social.
Cada vez más las inauguraciones de los FSM eran expresión de esta vinculación con los gobiernos; la propia imagen con la cual muchos medios publicaron el documento del FSM que motiva este escrito, expresa este viraje.
Y esto no niega que muchos defendamos la importancia de gobiernos progresistas, como es mi caso que soy chavista, si nose trata de valorar al FSM como un espacio para visibilizar las luchas, para coordinar esfuerzos, que incluso den cuenta de las resistencias que se libran en los países con gobiernos progresistas, como un mecanismo para coadyuvar a la transformación radical de estas sociedades.
El FSM tiene la tarea histórica de ser un espacio para increpar a los gobiernos de cualquier signo, respecto a las demandas sociales.
Finalmente, quiero destacar la importancia que hoy tiene un espacio como el FSM en la actual dinámica de crisis del modelo capitalista. Pero se requiere un Foro Social Mundial autónomo de los gobiernos y para coordinación de las luchas.
Por ello considero que debemos aprovechar la oportunidad para abrir las compuertas a todos los debates, eso si desde las dinámicas de resistencias a la ofensiva del capital contra el mundo del trabajo. Solo así el FSM recuperará su vitalidad y capacidad de incidir de manera real en la correlación de fuerzas mundial.
*Doctor en Ciencias Pedagógicas, Postdoctorado en Sistemas de Evaluación de la Calidad Educativa. Pedagogo crítico, Analista en ciencias sociales .Profesor universitario Extraordinario e invitado en varias universidades de América latina y el Caribe. Difundido por el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégoco CLAE)